miércoles, 13 de mayo de 2015

Un frente opositor

    Por Eduardo Álvarez
 
El crecimiento exponencial de la oposición, encabezada por el candidato del PRM, Luis Abinader, le da en la cara  al optimismo sarcástico a que nos tiene acostumbrado el senador Reinaldo Pared Pérez.  El llamado Bloque Progresista se les desmorona entre las manos,  pero el también secretario general del PLD minimiza  y obvia la realidad que se le viene encima, mostrando gozo donde debe haber  preocupaciones por las exageradas condiciones que pone sobre la mesa el ex presidente Leonel Fernández, como requisitos innegociables a los fines de darse por vencido y aceptar que el pasado 19 de abril quedó sellada su derrota y el final de su exitosa historia política.
 
La conformación de un frente opositor, consistente y vigoroso, no se produce a partir la crisis que atraviesa el PLD, como señala Pared Pérez. Desde hace tres años, una decena de partidos y movimientos políticos se unieron en un bloque opositor denominado Convergencia por un Mejor País con lineamientos y propósitos sostenidos  sobre la base de un proyecto democrático y participativo que ha ido ganando espacio en la medida en que ha iconectando   con las demandas de la población. El PRM, el Partido Humanista PHD y el Frente Amplio, agrupaciones reconocidas, son parte de esta coalición.  
 
Que el candidato Luis Abinader motorice, con su escogencia,  el asombroso crecimiento en torno a la Convergencia –y también fuera de la Convergencia-, significa que el electorado procura un cambio y una imagen nueva capaz de devolverle  las esperanzas arrebatadas por los gobiernos del PLD, con el concurso indiscutible del senador Pared Pérez. El candidato del PRM representa ese cambio con una propuesta contraria a la que ofrece el partido morado, dominada por la injustica social, la corrupción e impunidad.
 
La historia política local no registra lo que se dice una fuerza poderosa inmutable. Surgen tendencias, corrientes, que convergen en torno a determinados partidos, conforme a las expectativas y demandas prevalecientes en determinado momento. En cierto modo, el PLD capitalizó a su favor las inconformidades dejadas por los gobiernos de Balaguer y, sobre todo, el desorden de una fuerza opositora como el PRD que nunca entendió el rol que debió jugar después de la desaparición de su líder Peña Gómez.
 
La propuesta de relevo de mando, de imagen, de ideas y actitudes, concretizada en Luis Abinader, no depende necesariamente de la división del PLD. Toma cuerpo, como ha ido tomando, y va a llegar al poder de la mano de las ideas de cambio y la confianza ganada por lo que representa. No por la caída del PLD, cuya vigencia será posteriormente  necesaria para alcanzar el equilibrio que sus dirigentes le han sustraído  al sistema de partidos.

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