lunes, 12 de enero de 2015

Porqué apoyo a Luis Abinader


Por Roberto Álvarez

Es importante conocer las raíces de Abinader. Uno de sus antepasados por el lado materno, Benigno Corona, es mencionado por José Martí en sus crónicas recopiladas por Emilio Rodríguez Demorizi y publicadas bajo el título Martí en Santo Domingo.

Debido a la elección el próximo marzo del candidato a la presidencia de la República por el Partido Revolucionario Moderno (PRM), los próximos tres meses serán claves para el futuro de la democracia dominicana. Sin una candidatura sólida y con potencial para crecer dentro –pero tal vez más crítico, fuera- del PRM, el PLD probablemente triunfará en las elecciones de mayo de 2016.

Para aquellos que creemos que la alternancia en el poder es esencial para la vitalidad y calidad de la democracia, impedir el continuismo del PLD es crucial y, en mi criterio, el PRM con Luis Abinader como su candidato ofrece la única opción real de poder para la oposición.

Se requiere un líder que entienda los dilemas, complejidades y sutilezas del momento y que sea capaz de lograr una nueva articulación entre el poder ciudadano y los partidos políticos; es decir, que pueda alcanzar un acuerdo fundamentado en ideas, valores y propuestas concretas y que no esté simplemente basado en un rancio clientelismo.

Un líder ético que represente lo mejor que nuestro país puede ofrecer: ese líder es Luis Abinader. Y, como afirma la filósofa española, Adela Cortina, “uno de los grandes desafíos del siglo XXI es conseguir que la gente que tenga poder tenga también ética”, y, remata añadiendo, “que la ética llegue al poder será parte de la salvación de la humanidad”.

Hay que tenerlo bien claro, la alternancia no sucederá gratuitamente. El PLD tiene no solo una maquinaria electoral de comprobada eficiencia, un liderazgo fogueado, y –a pesar de las fisuras- una unidad compacta, sino también un control ideológico, político y económico que ha permeado a prácticamente todas las estructuras de la sociedad.

Para tener la posibilidad de derrotar el PLD y alcanzar el poder se requiere: tejer meticulosamente una estructura partidaria; presentar una visión de país y un programa de gobierno confiables y posibles de poner en ejecución; negociar acuerdos programáticos con los diferentes partidos y movimientos sociales en aras de crear un gran frente de oposición nacional; presentar un equipo de trabajo que inspire la más amplia confianza en el electorado; y llevar a cabo una campaña electoral coherente, acertada y flexible a las circunstancias y el candidato a derrotar.

Luis Abinader es el líder mayoritario de una nueva generación, con la suficiente capacidad intelectual y de diálogo, así como la energía y visión para construir esos objetivos y brindar al país una opción viable de cambio; cambio que amplios sectores nacionales ansían, pero que requieren convencimiento.

Abinader es un individuo inusual pues conoce tanto los intríngulis de la política, así como los de la empresa privada. Pero, además, Luis posee la sensibilidad para vincularse con los sectores sociales que miran la política con indiferencia y tiene la capacidad para incorporarlos a la nueva mayoría política y social que se está construyendo.

Es importante no perderse y Abinader lo tiene claro, el objetivo es derrotar al PLD en las urnas, no a un candidato en particular. Si bien la estrategia tendría que adaptarse dependiendo de quién sea el candidato del partido oficial, sería un serio error reducir la contienda electoral a una cuestión de personalidades específicas. Son los 16 años en el poder del PLD que deben estar bajo escrutinio, en particular, los últimos 12, los cuales incluyen también el gobierno de Danilo Medina.

Medina preside un gobierno -si bien más amable en apariencias- con: un presidencialismo excesivo; un control desmesurado sobre los poderes legislativo y judicial y otros órganos claves como la Junta Central Electoral, es decir, sin frenos y contrapesos; un modelo político sustentado en el clientelismo, la corrupción (aunque sea menor que en los gobiernos de Fernández) y la impunidad total.

Por su parte, el modelo económico en vigor durante los últimos años ha dado como resultado: un endeudamiento público de alrededor de un 50 por ciento del Producto Interno Bruto/PIB (Fondo Monetario Internacional/FMI); un PIB per cápita que creció un 50 por ciento del 2000 al 2011, de acuerdo al Banco Mundial, pero que no ha sido distribuido equitativamente; una bajísima tasa de movilidad económica, con solo un 2 por ciento de la población dominicana escalando durante esa década a un nivel de mayor ingreso, mientras en Latinoamérica durante el mismo período el promedio de la tasa de movilidad económica fue de un 41 por ciento (Banco Mundial); y la creación de un peligroso ejército de unos 680,000 jóvenes que ni estudian ni trabajan.

Es importante conocer las raíces de Abinader. Uno de sus antepasados por el lado materno, Benigno Corona, es mencionado por José Martí en sus crónicas recopiladas por Emilio Rodríguez Demorizi y publicadas bajo el título Martí en Santo Domingo.

Durante su tercer y último viaje a República Dominicana, Martí relata, dos meses antes de morir en combate en Dos Ríos, Cuba, un encuentro con Benigno Corona, ocurrido el 2 de marzo de 1895, en el cual lo cita, exaltando la política con sabiduría popular, así: “Porque yo de alta política no sé mucho, pero a mí acá en mi sentimiento me parece saber que la política es como un deber de dignidad”.

Estoy convencido que ese lema define nítidamente el sentir de Luis Abinader: “la política es un deber de dignidad”.

¡Llevemos la ética al poder!


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