domingo, 1 de marzo de 2015

Discurso Principal de CODA 2015 por Luis Abinader


Señoras y señores, quiero en primer lugar agradecer la gentil invitación que me han extendido el Profesor Reverendo Alejandro Benjamín y los organizadores de esta conferencia, como parte de las actividades de la prestigiosa Rutgers University para exponerles mis ideas y temas políticos de gran trascendencia para el futuro dominicano. Mi objetivo es compartir con ustedes mis impresiones y perspectivas respecto al tema que me han asignado en esta prestigiosa Conferencia;. “El poder de las coaliciones para lograr cambios”.

Es interesante que me hayan solicitado a mi, hablar sobre el poder de las coaliciones para transformar la realidad que enfrentamos, porque este principio ha sido no solo una firme creencia mía, sino que, tanto en mi participación en el sector privado como en la política, he hecho del trabajo en equipo un principio rector – una vivencia esencial – para lograr los objetivos que me he propuesto.

He trabajado toda mi vida construyendo coaliciones, primero colaborando con la Universidad O&M que fundó mi padre en 1966, luego en el sector turístico estableciendo dos hoteles en las costas norte y este del país, y más tarde desarrollando en el sur una fábrica de cemento con socios españoles. Todas estas empresas han sido creadas con visión, esmero y liderazgo, sin duda, pero su éxito no hubiera sido posible sin el esfuerzo y la capacidad de un equipo de mujeres y hombres que hemos integrado desde el inicio de cada proyecto.

En la política, actividad a la cual me he dedicado exclusivamente desde hace ya muchos años, he ido tejiendo con paciencia y dedicación una red de colaboradores que me ha permitido construir una plataforma nacional de apoyo a mi aspiración de llegar a la presidencia de República Dominicana en el 2016. Fui Candidato a la Vicepresidencia de la República Dominicana en las elecciones generales de mayo del 2012. Para las próximas elecciones me presento como pre Candidato para la Presidencia por el Partido Revolucionario Moderno y una amplia coalición de partidos, movimientos civiles y populares, llamado La Convergencia.

En el último año he recorrido el país palmo a palmo. Desde Pedernales a Higuey, desde Montecristi a Samaná, desde Puerto Plata a Santo Domingo, incluyendo nuestra frontera. He tenido la oportunidad de conocer prácticamente todas las ciudades, pueblos y parajes del país y de conversar detenidamente con miles de dominicanas y dominicanos de todos los estratos y condiciones sociales. Escuchando he aprendido mucho sobre las necesidades y las ilusiones del pueblo dominicano. Y créanme, las carencias y las injusticias que he podido palpar y de las cuales les hablaré más adelante son enormes.

Amigos y amigas, les confieso que yo tuve la fortuna de nacer y ser criado en el seno de una familia que nos brindó desde la infancia – a mí y a mis hermanos – un amor generoso, basado en el respeto, el apoyo mutuo, y en valores cívicos, éticos y humanos, a partir de los cuales desarrollé una profunda conciencia social y vocación de servicio.

De esa inspiración y enseñanza surgió mi vocación por la política. Hoy día avanza la construcción de nuestro proyecto político que busca lograr en República Dominicana un cambio que inicie una genuina transformación de nuestro país, hacia una sociedad más justa, más solidaria y más incluyente para todos y todas. Mi anhelo es el de establecer una amplia coalición de partidos, movimientos sociales e individuos comprometidos con una propuesta cuyo objetivo central es desarrollar desde el poder una nueva forma de gobernar el país.

Pretendemos algo audaz en República Dominicana: llevar la ética y la equidad al poder, junto a un desarrollo más compartido y beneficioso para la clase media y pobre del país y para alcanzarlo, amigas y amigos, les pido hoy la colaboración y apoyo de todas las dominicanas y dominicanos que desean un gran cambio y salto hacia progreso con justicia, liderado por una nueva generación de políticos y dirigentes.

Esta esperanza que siento se debe en parte a que después de amplias negociaciones entre hermanos políticos, finalmente logramos recientemente hacer realidad nuestra nueva casa política: el Partido Revolucionario Moderno (PRM), un partido que nació grande y mayoritario y que iremos modernizando y perfeccionando para convertirlo también en la esperanza de la mayoría de los dominicanos y dominicanas. Hoy día, el PRM está integrado por prácticamente todas las figuras emblemáticas del PRD, y por la gran mayoría de sus hombres y mujeres a nivel nacional, provincial y municipal.

Nuestro nuevo partido ha heredado los importantes compromisos económicos y sociales históricos de José Francisco Peña Gómez con nuestra patria. Compromisos socialdemócratas firmes e innegociables con la defensa de la democracia, el desarrollo sostenible y la justicia social.
La atracción de grandes mayorías a través de la construcción de una amplia convergencia programática es el único proceso en una sociedad democrática para llegar al poder. Sin embargo, para lograr un poder de convocatoria sostenible y creciente y poder derrotar en las urnas a la corrupta Corporación PLD es necesario tener una visión arraigada en valores e ideales. Y para que esos valores no sean solo palabras huecas, los principales líderes y dirigentes de nuestra coalición democrática tienen también que vivir y transmitir esos valores. Y tienen que tener el compromiso de cambiar las injustas estructuras social y moral de nuestro país.

Para hacer una realidad estos nuevos compromisos, rechazamos y rechazaremos siempre los errores del pasado que nos alejaron del pueblo y de la mayoría de los votantes y, por tanto, actuaremos en todo momento con apego a una total transparencia, a la concertación y la integración de todos los dominicanos..

Como dijera recientemente, nuestro liderazgo en el Partido Revolucionario Moderno será garante de la democracia externa e interna, de la búsqueda de consenso, y de la convivencia civilizada, y por ello no permitiremos las diatribas y discusiones estériles, las acciones antidemocráticas y unipersonales que nos han mantenido tanto tiempo en la oposición, sin poder servir a la nación.

Señoras y señores, estoy plenamente consciente de la coyuntura histórica y el rol que debo asumir en este proceso. Les aseguro que en el PRM habrá una competencia democrática ejemplar, pero nunca división. Convencido estoy que en la convención del PRM a celebrarse el próximo 29 de marzo lograremos convertirnos en el candidato Presidencial de nuestro partido a través de un voto mayoritario y decisivo.

Ahora bien, es importante enfatizar que el proyecto político que he iniciado no se trata de uno que simplemente busca quitar a una persona en particular para colocarme yo en el poder, ni de cambiar el PLD por el PRM. Se trata de hacer las cosas de manera diferente, se trata, como dijera, de poner en ejecución un plan de nación para transformar el país, cortando las anclas que mantienen a la mayoría de nuestra gente en la pobreza, la desnutrición, la falta de salud adecuada, buena educación moderna y una alta mortalidad infantil. Este cuadro insoportable ha sido fruto de los gobiernos del PLD, que mantiene políticas conservadoras y corruptas.
Amigas y amigos, desearía ahora hablarles a grandes rasgos de tres temas importantes que se encuentran entrelazados: primero, contarles sobre la situación política y económica en República Dominicana y algunas medidas que adoptaría de llegar al poder en 2016; segundo, ofrecer una mirada panorámica a ciertos rasgos actuales de la comunidad dominicana en Estados Unidos, resaltando varios caminos importantes por los cuales debe transitar; y tercero, expresarles cómo en mi opinión un avance significativo en estos dos aspectos podría crear las condiciones para el desarrollo de un círculo virtuoso entre nuestras dos comunidades: la establecida aquí y la de la isla.

Señoras y señores, crecimiento económico no es desarrollo: por más que la economía dominicana ha crecido, la pobreza, el alto desempleo y las ocupaciones informales y de bajo salario no han cedido. Los salarios siguen siendo muy bajos, y deben ser aumentados por justicia y por razones económicas.

El liderazgo político y económico dominicano le ha fallado a la mayoría porque no ha cumplido con su responsabilidad de hacer lo necesario para que la economía funcione para la gente. De eso se trata, que la economía y el país funcionen para las grandes mayorías, para las clases vulnerables y pobres.

Las cifras oficiales indican que en 2013, la economía dominicana se duplicó en relación al año 2000. Sin embargo, hoy, más del 40% de las dominicanas y los dominicanos viven en la pobreza, y ese 40% significa que más de 4 millones de personas viven en condiciones de pobreza, cuando en el 2000 eran 2.6 millones de personas. Y de esa cifra el 15 % viven en la indigencia. Reflexionen sobre lo que acabo de decir, duplicamos lo que producimos, pero en vez de bajar, aumentó el número de personas que viven en la pobreza y el desempleo apenas se ha reducido.

Ésto es simplemente inaceptable. Hay que cambiar el rumbo de la nación.

¿Por qué el crecimiento económico no ha generado bienestar para la mayoría? En mi opinión, hay dos motivos fundamentales.

En primer lugar, porque no se han creado suficientes empleos dignos, y la mayoría de los que se generan son inseguros y con salarios muy bajos. Las políticas gubernamentales han descuidado los sectores productivos y no han priorizado el empleo.

El segundo factor es el producto de un Estado ineficiente, burocrático y altivamente corrupto. La impunidad y la corrupción son el cáncer del país. No puede haber justicia social, cuando un grupo se roba los dineros del pueblo y los mantiene pobres y desamparados. La lucha contra el tráfico de drogas, la alta delincuencia y el lavado de dinero, es producto de la corrupción e impunidad.

Ustedes lo saben, para que las personas puedan ser productivas, aprender, desarrollar habilidades y optar por las cosas que valoran ser y hacer en la vida es necesario contar con un buen estado de salud. Y como la salud no es un asunto individual debemos enfrentarlo como nación, con un liderazgo efectivo por parte del Estado, con una regulación eficaz de los servicios, con una atención de calidad para la población desprotegida, y con una verdadera labor de prevención.
En cuanto a la educación, existe un amplio consenso en que las capacidades productivas de las personas dependen en buena medida de lo que aprendan y sepan, de la capacidad de razonamiento crítico y de las habilidades que adquieran.
Y para lograr que todos tengan un acceso igual a las oportunidades, el esfuerzo del Estado es indispensable, proporcionando una buena educación y nutrición desde la más temprana edad – incluyendo las estancias infantiles – hasta la educación para adultos. En un gobierno mío el 4 % del PIB dedicado a la Educación, que fue un gran reclamo nacional, serían mejor utilizados, no solo en cemento y varillas. Hay que reentrenar a los profesores, dedicar más recursos para entregar libros a los estudiantes del nivel básico y secundario y dotar a las clases de computadoras y pantallas plasmas, para brindar cursos especializados por internet.

Y claro está, hay que contar con mejores maestros y maestras, motivados, orgullosos de su profesión, y respetados por todos, con métodos de enseñanza actualizados, con materiales didácticos y tecnología moderna, y con padres, madres y comunidades integradas en la formación de sus hijos. El país está todavía lejos de cumplir estos deseos. El Pacto por la Educación es simplemente el primer paso, pero el Gobierno y el Ministerio de Educación no lo ha cumplido. El dinero va a altos salarios y muchas escuelas construidas, pero no terminadas y sin equipos modernos de educación y aprendizaje.

Por otra parte, vivimos en una sociedad donde las personas se sienten desprotegidas frente a la enfermedad, la vejez y la discapacidad porque el sistema de seguridad social ha fracasado. Lograr que nos protejamos unos a otros es un componente indispensable para lograr una sociedad cohesionada.

Desde hace dos años la mayoría de las encuestas coinciden en que, conjuntamente con el costo de la vida y el desempleo, la criminalidad y la delincuencia representan los principales problemas que enfrentan los dominicanos. Los numerosos asaltos, robos y actos de sicariato alarman y atemorizan a la población dominicana. Y con razón. De acuerdo a una encuesta publicada el pasado 7 de octubre, la proporción de hogares dominicanos donde vive una persona que ha sido víctima de un asalto es de casi un 20%, es decir, uno de cada cinco hogares. La mayoría de los dominicanos no se atreven a caminar solos por las calles de nuestras ciudades de noche.

Lo que es peor, la gente ve con estupor y desconcierto una creciente escalada de violencia y hechos delictivos que eran totalmente desconocidos en República Dominicana: asaltos armados a cárceles, sabotaje eléctrico, atentado terrorista en el metro, numerosos actos de sicariato. Uno tiene el derecho a preguntarse: ¿Qué está pasando? ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Dónde está el gobierno? ¿Que hace la Policía Nacional que no llega a controlar estos males de la sociedad?
Conozco las medidas que han sido exitosas en otros países para disminuir radicalmente la delincuencia. Y no les quepa duda alguna: cuando lleguemos al poder, las implementaremos.

Otro tema de vital importancia para el bienestar de nuestro país se refiere a la inmigración descontrolada e irregular desde Haití. Su condición de extrema pobreza e irregularidad la ha hecho sujeto de explotación y discriminación.

A través de los años, las autoridades públicas se han hecho cómplices de esta migración irregular, permitiendo su entrada masiva y empleándola en las obras del Estado. Parte del sector privado también ha sido corresponsable, empleando a los migrantes en la construcción, la recogida del arroz o el café y otros productos.

Esta mano de obra cautiva es uno de los factores que han deprimido el nivel de los salarios y las condiciones laborales en general, expulsando del país miles de dominicanos y dominicanas que, por no encontrar un trabajo decente que les permita una vida digna, han tenido que migrar.

Hay que regular esta grave situación y para ello hay que actuar con seriedad y firmeza, pero siempre con estricto apego a los derechos humanos de los migrantes.

Cuando lleguemos al poder me propongo ordenar de una vez por todas el tema migratorio: poniendo un paro a la inmigración irregular, desarrollando la frontera dominicana y negociando con el gobierno haitiano los acuerdos que coadyuven a su solución.

Señores, nuestras instituciones principales no funcionan porque el Estado dominicano funciona de manera precaria, arbitraria y contraria al interés del pueblo dominicano. Las tres altas cortes fueron repartidas como botín político y éstas responden a los intereses de unas pocas personas. La corrupción sin castigo es la forma de pagar el clientelismo y los favores políticos. Los partidos políticos se han convertido en un negocio privado, buscando apropiarse de lo más precario y preciado: el presupuesto nacional.

Este es el principal problema señores, un Estado secuestrado por un pequeño grupo de personas y por tanto incapaz de resolver los problemas que aquejan a la Nación.

Para lograr que la economía dominicana se expanda y se creen buenos empleos, sobre todo para las nuevas generaciones, propongo convertir el desarrollo de los sectores productivos industrial, agrícola, turismo, zonas francas y de servicios en una prioridad de Estado. Diseñaremos e impulsaremos políticas públicas adecuadas para el desarrollo productivo, incentivando y promoviendo prioritariamente el empleo y el avance tecnológico. Me propongo establecer una política agresiva de exportación, con créditos de pre y post embarque y de verdad fundar un banco mixto de fomento y financiamiento de las exportaciones. Hay que mejorar notablemente la competitividad del sector privado y exportadores. Se aplicará todos los días de la semana una real y completa política de aumento y apoyo a la agricultura y ganadería dominicana.

Invertiremos mucho más recursos en salud para mejorar significativamente la calidad de la atención y venceremos las resistencias para fortalecer sin miramientos los centros de atención primaria.

Reformaremos también el sistema de la seguridad social, fortaleciendo el rol del Estado en la defensa de los y las afiliadas, así como de garante de que el sistema contributivo subsidiado funcione para toda la población.
Para realizar estos propósitos será necesario primero convertir el gobierno en una institución moderna, fuerte, tecnológicamente competente y eficaz. Pero ante todo será un Gobierno honesto, transparente y decente. No permitiré ningún acto de corrupción administrativa en un gobierno bajo mi presidencia.

Amigas y amigos, una agenda modernizadora de las instituciones dominicanas tiene que incluir obligatoriamente una persecución tenaz del enriquecimiento ilícito por los funcionarios, fortaleciendo con los recursos y el respaldo necesario el ministerio público y su Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (PEPCA); exigir la declaración jurada de patrimonio de los servidores públicos y darle seguimiento a la veracidad de sus datos, tanto al entrar al gobierno como al terminar sus funciones; transparentar la gestión pública, así como los usos del presupuesto; y cumplir con las leyes de función pública y de la administración pública.

Estoy convencido de que la corrupción no sólo deslegitima al Estado, sino que además es un factor importante por el cual el crecimiento económico no ha reducido la pobreza. Unos pocos se han embolsillado lo que el pueblo produce y paga en impuestos. Si queremos que la gente crea en el Estado, y si queremos que los recursos de todos sirvan para todos: ¡hay que acabar con eso!

Permítanme ahora un poco de osadía para hablarles de otro tema de importancia, la comunidad de origen dominicano en Estados Unidos de América; más luego cerraré el círculo. Por cierto, para simplificar me referiré simplemente a la comunidad dominicana o a los dominicanos en este país.

Como ustedes saben, los dominicanos aquí representan, de acuerdo al censo de 2010 de EEUU, la cuarta nacionalidad latinoamericana, después de los mexicanos, cubanos y salvadoreños, con una población total superior a 1 millón 500 mil personas. A diferencia de las comunidades mencionadas – exceptuando a los cubanos – los dominicanos en EEUU gozan de un alto nivel de regularidad migratoria.

Es muy poco conocido que desde el 1990, República Dominicana se encuentra entre los primeros cinco (5) países del mundo, no de Latinoamérica, escuchen bien, del mundo, en recibir residencia permanente a Estados Unidos. En la década de los ’90 fue el cuarto (4to) país, después de México, Filipinas, y Rusia, al recibir un total de 359,818 residencias; en la década de 2000 fue el quinto (5to), después de México, China, India y Filipinas, con 291,492 residencias; y entre los años 2000 y 2013, se encuentra de nuevo en quinto (5to) lugar, con un total de 182,856 residencias, en 4 años.

Permítanme aclararles que – en las décadas mencionadas – el número de residencias permanentes otorgadas a los dominicanos está por encima también de las recibidas por los cubanos, incluyendo a todos los refugiados entre 1990 y 1994, así como los llamados “dry foot” a partir de ese año.

Esto quiere decir que, en proporción al número total de la comunidad actual, el porcentaje de dominicanos que se beneficiará del plan migratorio del presidente Obama probablemente será menor que el de otras nacionalidades, como, por ejemplo, los mexicanos o salvadoreños; de nuevo, exceptuando a los cubanos.

No quiero de manera alguna que mis palabras se mal interpreten: celebramos que todos y cada uno de los dominicanos que puedan beneficiarse del plan Obama lo logren y, por tanto, no minimizo la importancia del resultado. Solo deseo resaltar una realidad.

En consecuencia, es esencial que se siga luchando para que, una futura ley migratoria de EEUU, mantenga la reunificación familiar como un principio central, ya que esta categoría ha sido un motor fundamental para la cohesión de las familias dominicanas que han migrado y siguen migrando a este país.

Sin duda alguna, la comunidad dominicana en EEUU ha logrado avances notables. Los dominicanos y dominicanas han descollado ya como: académicos, médicos, escritores, pintores, actores y actrices, bailarines, activistas comunitarios, ingenieros, arquitectos, educadores, diseñadores de moda, empresarios de toda índole, jueces, fiscales, científicos, legisladores estatales, alcaldes, regidores, atletas de diversos deportes, y hasta miembros del gabinete federal, como el ilustre Secretario de Trabajo actual, Thomas Edward Pérez.

Sin embargo, aun falta un largo camino por recorrer para lograr el pleno potencial de la comunidad dominicana en Estados Unidos.

Para alcanzarlo, es imprescindible redoblar los esfuerzos para que aquellos que reúnen los requisitos se naturalicen como ciudadanos. De acuerdo a un informe de junio de 2013 del Pew Research Center, solo un 48% de los dominicanos en EEUU son ciudadanos estadounidenses.

Ustedes lo saben: el poder de una comunidad de lograr cambios es una cuestión de poder político y este empoderamiento fluye en una democracia de la capacidad de elegir y de ser elegido. Para poder elegir más representantes y sobre todo congresistas a nivel federal es imprescindible aumentar el número de votantes en aquellos lugares que ya tienen un nivel de densidad dominicana, como en la ciudad de Nueva York, el Bronx, Providence, Boston, o Philadelphia.
Pero existe además otro camino: fortaleciendo las coaliciones que se vienen gestando con salvadoreños, puertorriqueños o mexicanos, de acuerdo a la demografía de cada ciudad o región. Sin embargo, estos caminos solo lograrán éxitos parciales si ante todo no se unifica la comunidad dominicana alrededor de agendas concretas para lograr las transformaciones deseadas. El poder de nuestra comunidad tiene que originarse y transitar por los propios esfuerzos y sudor dominicanos. No existe fórmula mágica.

Señoras y señores. Estoy absolutamente convencido de que es posible desarrollar en República Dominicana un gobierno que logre mejorar dramáticamente el bienestar de la mayoría de los dominicanos; que luche sin cesar contra la corrupción, el clientelismo y la impunidad; y que haga sentir a la población una real esperanza de que cada día se abren nuevas oportunidades para las futuras generaciones.

Como les dijera antes, mi esperanza es crear una gran coalición política y social, integrada por todos los ciudadanos y ciudadanas cuya visión concuerde con la nuestra – en particular la juventud de nuestro país que representa el 50% de la población – estableciendo mecanismos de participación política y consulta permanentes a través de todo el territorio nacional, con el objetivo de luchar contra los que quieren continuar con la corrupción, la impunidad, y los privilegios.
Por su parte, ustedes tienen en este gran país la posibilidad y la responsabilidad de establecer puentes, crear alianzas, promover convergencias, y fortalecer coaliciones con el objetivo de elevar el nivel socio-económico de la comunidad dominicana de forma tal que cada uno pueda hacer realidad su ‘derecho inalienable a la vida, al progreso personal y familiar, la libertad y la búsqueda de la felicidad’, como reza la Declaración de Independencia de Los Estados Unidos.
Si logramos convertir en realidad nuestros sueños – los ideales por los cuales nos desvelamos – podríamos crear un verdadero círculo virtuoso entre los dominicanos en EEUU y los de nuestra Quisqueya la Bella. La sinergia de unos ayudaría a los otros y viceversa, estableciendo una comunidad de principios, valores y destino común que nos llenaría de orgullo y satisfacción.

No me cabe duda que podemos lograrlo; es sobre todo una cuestión de trabajo, disciplina, y perseverancia; talento y capacidad no nos faltan. Miren, por ejemplo, un 21% de los dominicanos de segunda generación en Estados Unidos poseen un título universitario, solo un poco por debajo del promedio de todos los estadounidenses que es un 24%, y significativamente más alto que el de otras comunidades como los mexicano-americanos que es un 14%, o aun el de los puertorriqueños que es un 9%.

Un gran político norteamericano, asesinado a destiempo a manos de un fanático, repetía frecuentemente una frase memorable, la cual quisiera compartir hoy con ustedes. Cito: “Hay quienes miran las cosas como están y se preguntan ¿Por qué?…Yo sueño con cosas que nunca han existido, y me pregunto ¿Por qué no?”. Fin de la cita.

Así se expresó, amigas y amigos, el finado Senador Robert Kennedy. Este sueño es también mi sueño. Tengo una gran pasión e ilusión por servir a mi país; me desgarra e indigna observar la pobreza, la delincuencia y la corrupción que nos arropan.

Me siento bendecido por la vida y como dominicano agradezco y amo a mi pueblo y por eso dedico todo mi esfuerzo, todo mi desvelo, toda mi energía, por crear una patria noble, una patria justa, una patria en la cual toda persona reciba el trato digno que merece por su simple condición humana; una patria de la cual ustedes, nosotros, todos, podamos sentirnos genuinamente orgullosos y gritar a pleno pulmón: ¡Que viva la República Dominicana!

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